sábado, 18 de diciembre de 2010

BREVE MENCIÓN AL GRAFFTI

Para definir el graffiti como proceso comunicativo, es crucial la identificación de una serie de características muy específicas. Siempre habrá ciertos rasgos históricos y regionales que determinen el tipo de comunicación, pero primero pero antes que eso esta la determinación del graffiti como género, y es importante que las distintas mentalidades locales nutren y estructuran tal fenómeno urbano y contemporáneo.

Para que una inscripción urbana pueda denominarse graffiti debe estar acompañada por siete valencias:

-       Preoperativas:
o   Marginalidad: se refiere a la condición del mensaje de no caber dentro de circuitos oficiales, por razones ideológicas o simplemente por manifiesta privacidad.

o   Anonimato: implica una necesaria reserva en la autoría, por lo cual quien hace el graffiti actúa, real y simbólicamente enmascarad.

o   Espontaneidad: alusión a la circunstancia psicológica del graffitero de aprovechar el momento para hacer su pintada y también referido a la escritura en sí.
    
-       Relativas circunstancias materiales y de realización:
o   Escenicidad: apunta a la puesta en escena, el lugar elegido, y las formas conseguidas diseño empleado, el material y colores utiliza, y las estrategias para lograr impacto.

o   Precariedad: referido al bajo costo de los materiales empleados y todas las actividades que rodean al acto graffiti de poca inversión y máximo impacto dentro de circunstancias efímeras.

o   Velocidad: atiende al mínimo tiempo de realización del material del texto, por razones de seguridad o por la presuposición de poca importancia que se la da a su escritura.

o   Fugacidad: actúa posteriormente a la realización de la inscripción, es la valencia que asume el control social. Entendemos la cota vida de cada graffiti, el cual puede desaparecer rápidamente, ser modificado o recibir una inmediata respuesta.

Un graffiti es una inscripción urbana, concretamente un mensaje o conjunto de mensajes, filtrados por la marginalidad, el anonimato y la espontaneidad y que en el expresar aquello que comunican violan una prohibición para el respectivo territorio social dentro del cual se manifiestan. La denuncia política ha constituido un alimento fundamental que ayuda a estructurar el graffiti, pero puede existir sin esta, las nuevas tendencias exaltan la creatividad, insiten en la forma o por ejemplo la practica del humor.

No todo lo que se escribe o dibuja en la pared o muro urbano es graffiti, puede ser publicidad o dibujos murales. Mientras el graffiti busca impactar racional o afectivamente a los ciudadanos; la publicidad pretende, especialmente con recursos emotivos, el consumo de un producto o imagen. El texto publicitario no lo antecede la marginalidad, el anonimato ni la espontaneidad, sino que, antes bien, en el mismo acto de enunciación excluye tales condiciones negativas, para afirmar imperativos como consumo y reproducción de capital, entre otros, que lo oponen totalmente a la esencia del graffiti.

El objetivo del graffiti es llamar la atención, que las personas lo vean Esto comprendería tres pasos:

1. Objeto de exhibición: atendiendo a las caracterizaciones hechas anteriormente, la imagen graffiti es acompañada por su presupuesto de pervertir un orden. En tal sentido se le pueden suponer condiciones exhibicionistas, en el mismo nivel provocador que le es inherente.

2.- Observación por el ciudadano: esto supone un encuadre. Entendiéndolo como la lectura de un texto o  la observación de una figura en la que se da una operación similar y el individuo trata de hacer coincidir lo que sabe con lo que ahora conoce a través del nuevo

3.- Consecuencias sobre la mirada: se puede sobrentender que el texto no se dirige a un ciudadano considerado individualmente sino a la ciudadanía, por lo menos a aquella implicada dentro de los límites del territorio aludido. Se trata tanto de un ejercicio ideológico, en cuanto a desenmascarar una conducta ante la ciudadanía, como también de un recorrido ético-estético.


Desde las más primitivas pintadas en muros hasta como lo conocemos hoy en día, el graffiti  ha generado un importante impacto económico en la sociedad, tanto por la industria especializada que en torno suyo ha surgido, como por los gastos tanto privados como gubernamentales erogados para su limpieza en la inesperada cantidad de superficies donde aparece constantemente.

Pero además de la persistencia y cambios, su principio básico persiste hasta nuestros días, obedece a cuestiones de intereses personales para dejar huella gráfica de la presencia de su autor que en la mayoría de las ocasiones es anónimo o firmado bajo un seudónimo.

El mensaje puede contar con una codificación dependiendo  del receptor a quien se pretenda dirigir el mensaje visual que puede ser textual, abstracto o figurativo, sobre un soporte potencialmente visible para el fin buscado. De esta3 manera el investigador español del tema, Fernando Figueroa (Figueroa Saavedra, 2006) plantea una distribución del fenómeno en diferentes categorías como pueden ser “graffiti de letrina”, graffiti escolar”, graffiti carcelario”, graffiti infantil”, “graffiti hip-hop”, por cierto éste último, el que mayor popularidad así como auge ha tomado a partir de las últimas décadas del siglo XX y hasta la actualidad, estando presente en los espacios de las principales ciudades del mundo.

El graffiti actual que ha tomado las calles de las ciudades contemporáneas,  se distancia mucho de buscar los principios básicos de delimitación territorial entre “gangs” o “bandas” que es la asociación más constante o la visión más próxima de muchos ciudadanos acerca del fenómeno. Desde la década de los años 70 el movimiento gráfico surgido de los guetos Neoyorkinos, ha inundado las ciudades sin distinguir, colores, razas, edades ni clases sociales entre sus ejecutantes, que lo que buscan es presencia visual individual en el complejo conglomerado social. La diferencia esencial, radica en la pretensión de calidad o cantidad que pretenda su autor.

Así pues consideramos que es necesario plantear un abordaje de la práctica del graffiti desde un enfoque integral e imparcial que permita valorar las ciudades que lo poseen desde una perspectiva menos polarizada que permita resaltar también las cualidades que como signos de identidad pueden llegar a aportar a un conglomerado social el espacio que habitan y su cultura.

Como ejemplo vale la pena hacer notar los graffiti argentinos, que en barrios como San Telmo o Boca, como impulsores de los imaginarios de la concepción de la ciudad, y sus características que venden al mundo a través de propaganda hecha con rasgos de composición, color y tipografías propias de la cultura del tango y los establecimientos que lo promueven (Ruiz, 2008).

Graffiti en San Telmo

Otro ejemplo de las potencialidades que en pro de una ciudad puede generar el graffiti, es justamente en la cuna del mencionado graffiti actual o graffiti hip-hop la ciudad de Nueva York, en donde luego de haber implementado leyes y constituido escuadrones policiales contra el graffiti en esa ciudad, actualmente el sector turístico2 oferta paseos por los barrios de Manhattan, Brooklyn y Bronx para mostrar al turismo, tanto los vestigios como las nuevas propuestas de lo que en las últimas décadas del siglo XX fue el principal enemigo de la ciudad, que a la fecha no han logrado erradicar, y de donde surgieron incluso íconos de la cultura y el arte Norteamericano como el caso de J.M. Basquiat o Keit Harring por mencionar algunos. Y una ciudad europea que fomente y  respete este arte urbano es Berlín, cabe señalar la East Side Gallery.

The East Side Gallery, Berlín by Annette Manubens